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Alicia no tenía la menor idea de lo que era la latitud, ni tampoco la longitud, pero le pareció bien decir estas palabras tan bonitas e impresionantes.

Alicia en el País de las Maravillas

Escribía un día la periodista Maria Colls: “Aunque Blancanieves, la del cuento de los hermanos Grimm, sabe que la bruja le quiere hacer daño no puede resistirse a morder la manzanita que le ofrece. Perfecta y gustosa. El Mal, aún a sabiendas de que es nocivo para nosotros y para los demás, nos atrae. Nos seducen los malos de los relatos, nos preguntamos qué pasaría si un día cruzáramos la línea roja que nos marcan la ética y la moral”.

La ética y la moral. Términos escurridizos a la hora de definirse, que tienden a un infinito conceptual. Y que aún y así reconocemos como marco para encuadrar los valores y principios que guían nuestras decisiones personales y nuestra praxis laboral. Pero, ¿es posible hablar del bien y del mal en Trabajo Social Sanitario? ¿No suenan a categorías inmutables cuando quizá exista una gama de grises? ¿Actuar bien o mal es una decisión individual, colectiva, influenciada por las circunstancias o el contexto? Cuántas preguntas y cuántas respuestas posibles. Y de ahí la importancia de que conozcamos un poquito de filosofía y otro tanto de bioética para dar luz a los huidizos interrogantes de nuestra profesión.

El buen hacer según la filosofía

El estudio sobre el bien, las buenas acciones y el fin último de una vida buena se relacionan directamente con los procesos de toma de decisiones (la razón, el acto de distinguir, de encontrar la verdad) y el posible impacto directo en la vida del resto de la sociedad. La ética y la moral, de estudio filosófico,  por tanto, se entretejen desde sus principios con la política, la ley y la educación.

La conceptualización de la ética como teoría fue desarrollada por Aristóteles a través de la virtud. Para Aristóteles el objetivo de todo ser humano es alcanzar la felicidad, el bien, la mejor forma de vivir que a su vez será también el bien de la polis, la comunidad. Durante la Edad Media la filosofía se encuentra con la religión cristiana y será Dios quién determine el bien y el mal y solo será a través del amor al prójimo que las personas podrán redimirse. Una vez llegado el Renacimiento aparece el humanismo y se critican y rechazan los preceptos religiosos medievales revisándose los clásicos en un intento por poner la razón al servicio cívico. Filósofos como Descartes, Hume o Kant también dedicaron amplios esfuerzos a definir la brújula moral, aquella capacidad humana para discernir los buenos actos y actuar de forma correcta. Nietzsche no dudó en poner el foco sobre las influencias culturales (como las de la religión) en la toma de decisiones y los posibles límites en los deseos humanos. (Camps, 2017) Y así, los filósofos clásicos dieron paso a los contemporáneos, como Nussbaum, que incorporan en sus postulados la importancia de contexto pero también del desarrollo de una conciencia moral individual que facilite la vida en sociedad.

Distinguir el Mal (o reconocer conflictos éticos)

¿Quién decide qué es lo apropiado? Y si se decidiera que lo apropiado es llevar un besugo en la cabeza, ¿te lo pondrías?

Alicia en el País de las Maravillas

¿Recuerdas aquel día en el que os pidieron dar datos personales de vuestros pacientes y os negasteis en bloque todas las trabajadoras sociales del equipo? Aquello no estaba bien. El estudio que proponía el ayuntamiento podía ser beneficioso a largo plazo pero la confidencialidad es un principio de vuestra profesión, no hacía falta tener conocimientos sobre las divagaciones de Aristóteles o saber de deliberación ética para daros cuenta de los problemas que acechaban. En cambio, durante aquella reunión de equipo (debió ser en febrero, llovía, ¿verdad?) tanto la pediatra como la enfermera te exigieron que intervinieras con la madre de Iago porque a sus cuatro años aún no iba al colegio y lo veían poco estimulado. En este caso no lo tuviste tan claro. No te parecía mala la decisión de la madre y estaba haciendo uso de su autonomía, ¿o quizá estaba siendo negligente con su hijo? ¿Estabas haciendo mal por negarte a intervenir? ¿Te encontrabas ante un dilema ético?

Tampoco dudaste cuando gestionaste una ayuda económica para aquella paciente que no cumplía todos los criterios pero a la que conocías “de siempre” y de la que sabías sobre su esfuerzo. O cuando maquillaste un poquito un informe para facilitar el acceso prioritario a un recurso residencial porque la cuidadora principal estaba a punto del colapso.

En algunos momentos nuestra brújula moral nos dicta perfectamente el camino, otras se muestra borrosa. Sea como sea siempre estará teñida por nuestros valores, experiencias, sesgos, prejuicios, estará cubierta por los principios de la profesión, por nuestro código deontológico, por la ideología de la institución en la que trabajamos. Se entrecruzarán a su vez leyes y normativas. Distinguir el bien y el mal, los grises, es decir, detectar, identificar, reconocer los conflictos éticos, será un primer y necesario paso para poder revisar nuestras actitudes y decisiones.

Y es que pese al politeísmo discursivo existente, pareciera que las últimas tendencias de pensamiento dibujan dos polos opuestos. Por un lado aquellas ideas que podrían generar respuestas estandarizadas a los conflictos éticos, instrumentalizadas y eminentemente racionales, basadas en la evidencia científica y dejando de lado los valores personales, obviados por el camino. En cambio, por otro, aparece la pluridiversidad moral que podría implicar un individualismo de tinte neoliberal extremo. Un lugar donde todos los sistemas, por complejos que fueran, deberían adaptarse de manera única a la identidad, a los colectivos, a las minorías, a valores y necesidades de cada persona. Aun pudiendo ser estos cambiantes y fluidos y pudiendo difuminar los derechos de las mayorías.

¿Tenemos opciones?

Es a través de la historia de la profesión que se observan los intentos por definir los valores que la sustentan sobre todo a través de la crítica hacia la opresión de los colectivos más vulnerables. La intervención social ha bebido inicialmente en la ética del deber, poniendo valor en la autodeterminación y libertad individual, y en la ética utilitarista, que incide en la búsqueda del mayor beneficio para la mayoría de personas. Actualmente la disciplina sigue evolucionando incorporando en sus reflexiones y deliberación moral las perspectivas de la ética radical, de la comunitaria, del cuidado o de la responsabilidad ampliando así horizontes (Cubillos, 2014)

El Trabajo Social Sanitario, por ejercerse como especialidad de la disciplina en el ámbito de la salud, ve enmarcada su práctica en el campo de la ética asistencial al estar vinculada la intervención a aspectos relacionales de los pacientes y sus familias. Es por esta razón que el Trabajo Social Sanitario no ha sido ajeno al desarrollo de la Bioética y se ha ido adaptando a las normativas desarrolladas en relación a los derechos y deberes de los pacientes, ha reflexionado ante situaciones de desigualdad y falta de equidad que se generan en el ámbito sanitario, ha puesto el foco en la influencia de la dimensión social, cultural, relacional y emocional de los pacientes y sus familias y ha prestado especial importancia a los procesos de toma de decisiones y a los contextos en los que éstos tienen lugar.

Más allá de los conflictos relacionados con aspectos clínicos y de toma de decisiones médicas la trabajadora social se encuentra con otro tipo de situaciones que demandan de reflexión ética. Éstas pueden darse por la situación social, financiera, emocional o espiritual de las familias así como por aspectos políticos estructurales y transversales.

Las disyuntivas de la trabajadora social cuando el sistema no es capaz de dar respuesta a las necesidades de los niños y familias y no se cubre lo más básico, cuando no se aplica de manera efectiva la intervención biopsicosocial y espiritual, cuando las creencias religiosas chocan de frente con los valores del ámbito social y sanitario o cuando se limita su propia atención son una realidad que apela a la importancia de que se cuenten con competencias específicas para su abordaje. La bioética se ha relacionado siempre con aspectos médicos y la toma de decisiones en cuestiones clínicas del nacimiento, la enfermedad, la muerte. Pero la “bio”, la vida, también atraviesa al Trabajo Social. Es por eso que bioeticistas y filósofos (Busquets, 2009) reconocen el Trabajo Social como una de las profesiones con más riesgo ético sorprendiéndose de que la Ética se relacione íntimamente con la medicina y no tanto con la intervención social. Se llega incluso a demandar el desarrollo y reflexión de una Bioética Social. ¿Lo intentamos?

Curso: BIOÉTICA Y ÉTICAS APLICADAS EN TRABAJO SOCIAL SANITARIO: TOMAR DECISIONES EN TIEMPOS REVUELTOS

Docente: Soraya Hernández Mosocso

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Referencias bibliográficas
Aristóteles. (2001) Ética a Nicómaco. (Trad. J. Martínez). Alianza Editorial.
Beauchamp, T. y Childress, J. (1999) Principios de ética biomédica. Masson.
Busquets, E. (2009) Cap a la creació d’una bioètica social. Quaderns d’acció social i ciutadania, 6, 32-34.
Camps, V. (2017) Breve historia de la ética. RBA libros.
Canimas, J (2009) Per què és important l’ètica avui? Quaderns d’acció social i ciutadania, 6, 26-31.
Cubillos, C. (2014) Ética para la intervención social. Los valores aportados por el Trabajo Social y las éticas del cuidado y no paternalista como modelos de referencia para la práctica profesional.Revista Trabajo Social, 87, 3-17.
Hernández, S. y Pellicer, P. (2022) De la beneficencia a la ciencia, de la moral a la ética. Conflictos en la intervención social en atención paliativa pediátrica hoy. Revista Iberoamericana de Bioética, 18, 1-12.
Hume, D. (2001) Tratado sobre la naturaleza humana. Diputación de Albacete.
Jonsen, A., Siegler M., y Winslade, W. (2005) Ética clínica. McGraw-Hill.
Morales, J.A. (2017) Descartes: filósofo de la moral. Estudios de Filosofía, 55, 11-29.
Nussbaum, M. (2011) Creating capabilities: the human development approach. Belknap Hardvard.
Quesada, F. (2018) La bioética de la responsabilidad según Hans Jonas. Universidad Pontificia de Comillas.
Román, B. (2016) Ética de los Servicios Sociales. Herder.
Revista Valors nº201
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